Halloween ¿cristiano?

Mientras entraba y salía de tienda en tienda, hace unos días, no paraba de encontrarme las mismas cosas, brujas, demonios, fantasmas, sangre, vampiros, máscaras, esqueletos, muerte e inframundo, a cuál más aterrador. Casi pensé que estaba de nuevo en Estados Unidos, pero me tuve que recordar a mi misma que estaba en mi hogar, Australia.*
Me pregunto ¿por qué las tiendas de Australia ponen estos horribles ítems a la venta? ¿Por qué los australianos se están preparando para celebrar una fiesta muy americana? Los americanos no celebran las fiestas australianas. La pregunta para muchos es, ¿realmente importa si celebramos Halloween el 31 de octubre?
Respecto la Palabra de Dios, siempre hay algo más, un origen, en el principio Dios. Decidí investigar el origen de Halloween. Definitivamente, no comenzó con Dios. Fue iniciado por los Celtas, y la élite de su clase intelectual conocida como los druidas, quienes servían como sacerdotes, jueces, legisladores, y científicos. Este grupo pagano de adoradores del diablo en Irlanda, Bretaña y Francia, celebraban el festival del fuego llamado Samhain (en español pronunciado sonaría “sou-in”), donde se ofrecían sacrificios humanos a los dioses marcando el final del verano y celebrando el inicio del año nuevo celta. Los celtas creían que esa noche, la barrera entre el mundo natural y el sobrenatural desaparecía. Se creía que fantasmas, brujas, duendes, gatos negros, hadas y demonios recorrían la tierra permitiendo a los espíritus de los muertos que se movieran libremente entre los humanos. Los malos espíritus merodeaban por la tierra y atacaban a los humanos, haciendo sucios trucos y gozándose mientras que el dios sol palidecía y Samhain cobraba fuerza.
Halloween fue dedicado a honrar al señor de la muerte —Samher. En ese día, se prendía fuego a incontables hogueras de huesos en las laderas de las colinas, y los celtas agitaban antorchas humeantes de paja trenzada con horquillas, creyendo que esto ahuyentaría los malos espíritus de las almas de los que murieron el año que concluía y que se levantarían de la tumba para perseguir a los vivos. Los druidas estaban convencidos de que si la paja ardiente fallaba, al disfrazarse de forma grotesca y terrorífica imitando a los espíritus, asustarían a los demonios, brujas y espíritus, mientras se paseaban por la noche mezclándose con los espíritus sin ser descubiertos. Los celtas creían que cuando esos espíritus visitaban una casa, si no les ofrecían un “trato” (dejar algo de comida en el exterior), entonces hacían un “truco”** a los habitantes de la casa.
Para apaciguar al Señor Samher, los druidas mantenían juegos de fuego crueles. Se quemaban vivos prisioneros de guerra, criminales, o animales en ataúdes de formas irregulares. La observación de la manera en que cada persona o animal sacrificado moría, permitía a los druidas augurar el futuro, para bien o para mal.
Dios dice por otro lado, en Levítico 20:6-7 “Y si una persona acude a nigromantes o espiritistas, adorando con ellos a falsos dioses, yo me volveré contra esa persona y la extirparé de su pueblo.  Santificaos, pues, y sed santos, porque yo soy el Señor, vuestro Dios” (Versión BLP).
Hace siglos, en el año 835 d.C., el Papa Gregorio IV, cambió de primavera al 1 de noviembre la fiesta celebrada por la iglesia y conocida como “el día de todos lo santos”, sustituyendo la observancia de Samhain. Era difícil para los druidas continuar con sus viejas prácticas, y eran denunciadas por la iglesia como brujería. La noche anterior, que se celebraba con una sagrada vigilia, se llegó a conocer como “All Hallow’s Eve” (en  español “la víspera de todos los santos”), o Halloween, tal y como se conoce hoy día. El intento de cristianizar una festividad pagana no funcionó. “El día de todos los santos” ha sido casi siempre obliterado por Halloween y la mayoría de personas jamás han sabido de su verdadero origen.
Muchos cristianos celebran Halloween pensando que no hay nada malo en ello, pero el hecho sí lo es; Halloween es comparable a caminar en un cementerio en medio de lápidas y observar una extraña combinación  de mal y diversión, y entonces preguntarse quién ha sido el organizador. La pregunta es: ¿Qué tienen en común asesinos, brujas, demonios, vampiros y sangre con el pueblo de Dios, a quien Pablo llama “hijos de la luz” en Efesios 5:8? ¿No deberíamos pensar seriamente en si se glorifica a Satanás y sus ángeles?
Hace años esta fiesta pagana habría sido prohibida, pero en el siglo XXI Halloween ha “despegado”. Ahora es lo normal, un día de diversión, un día para asustarnos mutuamente, comer grandes cantidades de comida basura y pasear por ahí manchados de sangre en el cuerpo o la cara. Esto junto a la popularidad del vampirismo y poderes especiales por la serie cinematográfica Twilight lleva a la humanidad hacia el ocultismo. Satán está pervirtiendo el significado e importancia de la sangre, deseando que los hijos de Dios olviden su importancia, y lo que representa. La sangre es sagrada para Dios, los hijos de Israel comprendían el significado de ella y del sistema sacrificial, al igual que ahora entendemos que Jesús vertió su sangre por nuestros pecados y la sacralidad que Dios le otorga a ello.
Los satanistas y brujos/as de hoy día aún consideran Halloween como su “santísimo día de reposo”. Durante este tiempo hacen conjuros, adivinan el futuro y se comunican con espíritus de los llamados “familiares muertos”, ofrecen sacrificios animales, honran a su maestro —Satán, de la misma manera que hicieron hace siglos. El propósito de Halloween es representar miedo, horror, infiltrarlos en nuestra cultura causando ansiedad y deterioro.
Las tradiciones paganas continúan, e inquietantemente no son los adultos los que perpetúan los rituales, sino niños inocentes que no conocen nada mejor. Son animados por sus adultos correspondientes a vestirse y salir a hacer “truco o trato”. ¿Deberían los niños, que son “herencia del Señor vestirse con satánicas representaciones?
Esta es una noche en la que los niños realmente experimentan el miedo. Recuerdo cuando trabajé como cuidadora de niños en Estados Unidos y tuve que tratar con el miedo de una niña pequeña a mi cuidado, durante meses, después de haber salido a hacer “truco o trato” con sus padres. Ni siquiera los temores y las pesadillas de la niña detuvieron a sus padres, y la involucraron en Halloween.
Halloween está intensamente ligado con lo oculto y una preocupación por los muertos —dos influencias sobre los que la Escritura y la iglesia constantemente advierten. Investigaciones recientes han mostrado que los números cada vez son mayores entre adolescentes (incluyendo los cristianos) a la hora de entrometerse en el mundo sobrenatural y coquetear con la brujería insensibilizándolos cada vez más. Entonces caen presa de prácticas ocultistas disfrazadas de juegos “inofensivos”. 1 Tesalonicenses 5:22 y Efesios 5:11 nos dice claramente: “Evitad toda clase de mal … y no toméis parte en las estériles acciones de quienes pertenecen al mundo de las tinieblas; desenmascarad, más bien, esas acciones” (BLP).
La cultura en la que vivimos desafía cada día a los cristianos y su estilo de vida. Es impresionante ver cuántos cristianos siguen la fiesta de Halloween sin inconveniente alguno. Cuando niños y adultos se acostumbran a las doctrinas ocultas y a las observancias que implican violencia y muerte, se vuelven insensibles al mal en las celebraciones de Halloween.
El hecho de celebrar Halloween deshonra nuestro Salvador resucitado. Dios nos pide que nos apartemos de estas cosas. En norteamérica, la observación anual de Halloween aporta miles de millones de dólares a la industria, sólo superado por la Navidad. La venta de disfraces, dulces, suministros para fiestas, tarjetas de visita, visitas a casas supuestamente encantadas y otras formas de entretenimiento disparan las ventas.
Cuando se pregunta a algunos cristianos por qué celebran Halloween, responden: “no hay problema, sólo nos divertimos, todo el mundo lo hace”. Obviamente, esto es por algo, y ese algo va más allá de Halloween en sí. Efesios 6:12 dice: “Porque no estamos luchando contra enemigos de carne y hueso, sino contra las potencias invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno” (BLP).
Mientras que los que le rodean pueden estar festejando brujería, casas encantadas y fantasmas, nosotros debemos esforzarnos en, como dice Isaías: “que abras los ojos de los ciegos, que des libertad a los presos, y que hagas ver la luz a los que viven en tinieblas.” (Isaías 42:7, versión TLA, énfasis añadido).
Pregunté a varios adolescentes australianos, si comprendían realmente el significado de Halloween con su “truco o trato”, y respondieron que no. Asumieron que era algo inocente. Cuando les expliqué el significado, quedaron conmocionados. Halloween no es divertido, es el mal en su plena expresión, y Jesús quiere que le hagamos frente en su nombre y con su poder.
Satán odia ser ridiculizado. Necesita el miedo y la ansiedad para subrayar su ilusión de poder. Cuando el miedo es desterrado y se reemplaza por confrontación —Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar firmes contra los engaños del diablo.  Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea” (Efesios 6:11-12 versión BLP). Los grandes esfuerzos de Satanás por reclamar el 31 de octubre, o cualquier otro día, como suyo, están socavados, y la verdad y bondad de Dios brilla en su lugar.
El mal es vencido porque Jesús murió en la cruz y resucitó. Nunca más habrá ningún “truco”** por parte de Satanás contándonos que este mundo es todo lo que hay, y que vivamos el presente, porque lo único que queda es la muerte y el miedo en el inframundo.
Jesús, por otro lado, nos dice cómo serems tratados: “Enjugará las lágrimas de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo viejo ha desaparecido (Apocalipsis 21:4, versión BLP).
Defender lo que es correcto sí importa. Promovamos la vida en Jesús y no la muerte en Satanás y arrojemos luz en lo que podría ser un 31 de octubre oscuro. Querido hermano, no sigas los malos ejemplos, sino los buenos. El que hace lo bueno es de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios” (3 Juan 11, DHH).
*La autora, residente en Australia, cuenta su experiencia aplicable a cualquier país que, sin ser Estados Unidos, ya vive la avalancha comercial de la festividad de Halloween.
** La palabra inglesa “trick”, traducida como “truco” en Halloween, también puede traducirse como “estafa” o “engaño”. En el contexto del artículo, se corresponde mejor una palabra con connotaciones más negativas, pero por respetar el juego de palabras “truco o trato” se ha optado por dejar este término.

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