Con el romanismo dentro

El nuevo Papa, el Sr. Jorge Mario Bergoglio, ha causado un gran revuelo recientemente. Tanto es así, de hecho, que un amigo protestante ferviente me dijo el otro día: "¡Vaya! Este nuevo Papa parece un muy buen tipo y que está diciendo algunas cosas buenas. Tal vez está del lado de Dios."

"Sí", le respondí, "está diciendo algunas cosas bastante buenas, ¿no? Sin embargo, está el pequeño asunto de creer que él ocupa el puesto de Dios en la tierra, y la insignificancia sobre la creencia de que no hay salvación fuera de la Iglesia Católica, y la pequeña cuestión de creer que él habla con infalibilidad, y el punto de menor importancia acerca de que Dios quema a personas para siempre en el infierno, incluyendo a todos los bebés que mueren sin el bautismo católico, y la insignificante idea de que usted puede pagar dinero a la iglesia para que la gente pase menos tiempo quemándose en el purgatorio. Además de estos elementos, sí, está diciendo cosas muy bonitas."

Por supuesto, el protestantismo se formó como una protesta contra el catolicismo y el "Papado", una palabra que se refiere a la posición de autoridad absoluta en poder del Papa. La reciente postura del Papa Francisco pide un nuevo examen de la protesta iniciada por Lutero y los reformadores antes y después de él [...].

Pero primero quiero dirigir nuestra atención del papado externo hacia el papado interno, dentro de nosotros y dentro de nuestra propia iglesia amada. A pesar de que nos proporciona una ilusión muy convincente de rectitud personal apuntar hacia afuera de nosotros mismos y localizar el peligro ya existente exclusivamente por ahí, no es en absoluto seguro hacerlo. Nuestro mayor peligro radica en el supuesto de que el romanismo es sólo la grande institución política-religiosa con sede en la Ciudad del Vaticano.

¡No lo es!

En primer lugar, el romanismo es la religión de la naturaleza, la naturaleza humana, del humano en general, la tuya y la mía incluida. El mismo gran protestante, Martín Lutero, observó con perspicacia: "Tengo más miedo de mi propio corazón que del Papa y todos sus cardenales. Tengo dentro de mí al gran Papa: Yo." El papado es simplemente una manifestación social de la inclinación humana universal a exaltarse a sí mismo en el lugar de Dios, para justificar el yo en lugar de descansar en la gracia justicia de Dios, y para controlar a los demás seres humanos mediante tácticas de coerción emocional en lugar de conceder libertad de conciencia.

Dondequiera que se emplee, ya sea el espíritu de dominación de un esposo o esposa en un matrimonio o por un líder en una iglesia local o una conferencia, está el principio de que se está usando la energía del papado.

Dondequiera que a la gente se le enseñe a esperar el favor de Dios a cambio de algo que podrían hacer (legalismo), ya sea en su forma liberal o conservadora, se esconde la falsa imagen de Dios que define la doctrina papal.

Siempre que los miembros de iglesia traten de resolver las diferencias mediante pronunciamientos autorizados y no por la discusión bíblica respetuosa y razonada, se manifiesta el espíritu que actúa sobre el romanismo.

Siguiendo las pisadas de Roma

Ellen G. White entendió que "Tenemos mucho más que temer de enemigos internos que de externos. los impedimentos para el vigor y el éxito provienen mucho más de la iglesia misma que del mundo"(Review and Herald, 22 de Marzo de 1887. Eventos de los últimos días, p. 143). Sea lo que fuere que el papado esté haciendo, la pregunta más importante es: ¿Qué estamos haciendo nosotros mismos en nuestro día a día con los demás, en nuestros hogares, iglesias y conferencias?

Ella escribió esto en 1887. Un año más tarde, el temor que expresó se materializó en la sesión de la Conferencia General de 1888 en Minneapolis, que fue un evento muy importante en la historia adventista.

Analicemos un poco de nuestra historia.

En los días previos a 1888, "Muchos [adventistas] habían perdido de vista a Jesús. Necesitaban dirigir sus ojos a su divina persona, a sus méritos, a su amor inalterable por la familia humana" (Testimonios para los Ministros, p. 91). El contenido global y el tenor de la predicación adventista era tal que la iglesia se había ganado la reputación de "que los adventistas hablan mucho de la ley, pero no predican a Cristo, ni creen en él." (Testimonios para los ministros, p. 92).

Para remediar la situación, Dios envió a dos jóvenes para elevar a Jesús ante el liderazgo de la iglesia. Muchos de mis lectores adventistas están familiarizados con el hecho de que en 1888 A.T. Jones y E. J. Waggoner, bajo la unción divina, anunciaron el evangelio de la justificación por la fe al liderazgo de la iglesia en la sesión de la Asociación General de ese año, ahora infame. También somos conscientes de que, en general, el mensaje fue rechazado por los principales dirigentes, entre ellos el presidente de la Conferencia General, G.I. Butler, y el editor de la Review, Uriah Smith. Lo que muchos de nosotros no sabemos es por qué muchos líderes de la iglesia encontraron el mensaje de la justificación por la fe tan desagradable. En la siguiente carta a los líderes adventistas y pastores de 1895, Ellen G. White dio en el centro de la diana:
"El espíritu de dominio se extiende a los presidentes de nuestras asociaciones. Si un hombre confía en sus propias facultades y trata de ejercer dominio sobre sus hermanos, creyendo que está investido de autoridad para hacer de su voluntad el poder dominante, el procedimiento mejor y el único seguro consiste en quitarle el puesto para que no se haga un gran daño y él mismo pierda su propia alma y ponga en peligro el alma de otros. 'Todos vosotros sois hermanos'. Esta disposición a dominar sobre la heredad de Dios causará una reacción a menos que estos hombres cambien su conducta. Los que ocupan puestos de autoridad deben manifestar el espíritu de Cristo. Deben tratar como él lo haría con cada caso que requiera atención. Deben estar imbuidos del Espíritu Santo. El cargo no engrandece a un hombre ni en una jota o una tilde a la vista de Dios; sólo valora el carácter.
"La bondad, la misericordia y el amor de Dios, fueron proclamados por Cristo a Moisés. Este era el carácter de Dios. Cuando los hombres que profesan servir a Dios ignoran el carácter paternal del Señor y se apartan del honor y la justicia al tratar con sus semejantes, Satanás se alegra, porque él les inspiró sus atributos. Están en las mismas huellas del romanismo
"Aquellos a quienes se pide que revelen los atributos del carácter del Padre, se salen de la plataforma bíblica y con su propio juicio humano inventan reglas y resoluciones para forzar la voluntad de otros. Los proyectos para forzar a los hombres a seguir las prescripciones de otros hombres están instituyendo un orden de cosas que pasa por alto la simpatía y la tierna compasión y ciega los ojos a la misericordia, la justicia y el amor de Dios. La influencia moral y la responsabilidad personal son pisoteadas.
"La justicia de Cristo por la fe ha sido ignorada por algunos porque es contraria a su espíritu y a toda la experiencia de su vida. Mandar, regir ha sido su procedimiento. Satanás ha tenido la oportunidad de manifestarse. Cuando alguien que profesa ser representante de Cristo persiste en tratar duramente a los hombres colocándolos en lugares difíciles, quienes resultan así oprimidos, o bien quebrantarán toda cadena de opresión, o serán inducidos a considerar a Dios como un señor duro. Albergan sentimientos duros contra Dios, y el alma es enajenada de él tal como Satanás planeó que ocurriera." (Testimonios para los ministros, p. 362, 362).
Es necesario enfatizar algunos puntos:

  1. Los líderes religiosos que manifiesten un "espíritu de dominio" deberían ser quitados de sus posiciones.
  2. La posición de un hombre (pastor, presidente de conferencia o incluso presidente de la Conferencia General) no le hace grande a los ojos de Dios más que cualquier otro miembro de iglesia. Dios sólo valora el carácter.
  3. Los líderes de iglesia que "inventan reglas y resoluciones para forzar la voluntad de otros" están siguiendo "las huellas del romanismo". Las actitudes y tácticas con las que los seres humanos tratan a sus semejantes cuando están en posiciones de autoridad revelan si están bajo la influencia liberadora del evangelio de Cristo o bajo la opresiva influencia de los principios papales.
  4. Cuando los seres humanos, especialmente los que están en posiciones de liderazgo en la iglesia de Dios, intentan gobernar sobre otros seres humanos, Satanás se representa a sí mismo a través de ellos y el carácter de Dios es menospreciado.
  5. Y finalmente, después de la sesión de la Conferencia General de 1888 el mensaje de la justificación por la fe fue ignorado por muchos líderes de iglesia porque era contrario a su espíritu de "reglas y resoluciones". La justicia por la fe es incongruente con un espíritu que gobierne sobre otros, y veremos por qué es así a continuación.
Tenemos menos que decir con relación a Roma

Un año más tarde, en 1896, Ellen G. White hizo una declaración audaz para los que estaban en proceso de ser adventistas, dada nuestra tendencia a centrarse en el papado como nuestro gran peligro:
"Se necesita un estudio mucho más detenido de la Palabra de Dios; especialmente Daniel y el Apocalipsis deben recibir atención como nunca antes en la historia de nuestra obra. Podemos tener menos que decir en algunos respetos, con relación al  poder romano y al papado; pero debemos llamar la atención a lo que los profetas y los apóstoles han escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios. El Espíritu Santo ha dispuesto las cosas, en la forma de dar las profecías y en los acontecimientos descritos, para enseñar que el agente humano ha de ser mantenido fuera de la vista, oculto en Cristo, y que el Señor Dios del cielo y su ley han de ser exaltados." (Testimonios para los ministros, p. 112)
Por favor, no te pierdas lo que estaba diciendo aquí. Es crucial. Ella estaba discerniendo y sugiriendo que un estudio más profundo de la Palabra de Dios, especialmente las profecías de Daniel y Apocalipsis, podría llevar a los adventistas a centrar nuestra atención menos en el papado, en particular, y más en el peligro existente en el agente humano en general. Esta afirmación está en consonancia con otras anteriores, las cuales llamaron nuestra atención sobre el hecho de que lo que vemos en el papado es el espíritu de dominio y autoexaltación al que todos somos susceptibles, y que es igual de probable que se manifieste en nuestra iglesia como en cualquier otro lugar.

Y esto es precisamente lo que encontramos cuando estudiamos la Palabra de Dios más de cerca, especialmente las profecías de Daniel y Apocalipsis. Descubrimos que "el hombre de pecado [el papado]... el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios" (2 Tesalonicenses 2:3-4), es simplemente una manifestación institucional o corporativa de la inclinación que reside en todos los corazones humanos, para jugar a ser Dios y usurpar su papel en nuestras relaciones con nuestros semejantes, con actitudes de superioridad y tácticas de presión, dominación y control.

Siete años más tarde, en 1903, ella estaba entendiendo aún más claramente lo que estaba tratando de conseguir en en sus declaraciones de 1895 y 1896:
"El estudiante debería aprender a considerar la Biblia como un todo y a ver la relación que existe entre sus partes. Debería adquirir el conocimiento de su gran tema central, del propósito original de Dios hacia el mundo, del comienzo de la gran controversia y de la obra de redención. Debería comprender la naturaleza de los principios que luchan por la supremacía, y aprender a rastrear su obra a través de las crónicas de la historia y la profecía, hasta la gran culminación. Debería verificar cómo interviene este conflicto en todos los aspectos de la vida humana; cómo en su mismo caso cada acto de su vida revela uno u otro de esos dos motivos antagónicos; y cómo, consciente o inconscientemente, ahora mismo está decidiendo en qué lado de la contienda se va a encontrar." (La educación. p. 190)
Se trata de una asombrosa percepción de lo que realmente está pasando en la historia humana tal como se revela en la profecía bíblica. El gran conflicto no es una batalla superficial entre las religiones corporativas opuestas, sino entre "dos principios que están contendiendo por la supremacía" en cada individuo, en todos los hogares y en todas las iglesias. Esos dos principios opuestos son el amor y el egoísmo, la humildad y el orgullo, la libertad y la coacción, la prestación de respeto y la concesión de la libertad frente a la inclinación a la presión, manipulación, dominio y otros sistemas de control. Sí, hay instituciones políticas y religiosas que operan por el principio de la dominación y nuestro desafío es ser conscientes de los peligros planteados por estos poderes monolíticos. Pero aun más, cada uno de nosotros es responsable de hacer lo mismo mediante la creación de pequeños reinados papales por nosotros mismos: en nuestras casas, en nuestras iglesias, en nuestras conferencias, en la forma en que tratamos a las personas, sobre todo cuando ocupamos posiciones de liderazgo sobre ellos. Cada uno de nosotros "en cada acto de la vida" revela "uno u otro de los dos motivos antagónicos."

Así que ese es el contexto de la provocativa declaración de Ellen G. White de que "tenemos menos que decir sobre el papado." Por supuesto, y con razón, ella continuó llamando la atención sobre la amenaza a la libertad religiosa que representa el papado, como debemos hacerlo nosotros. Pero ella también nos llevó a considerar con seriedad el peligro más profundo que existe en nuestros corazones, y que puede encontrar fea manifestación en nuestra propia profesa iglesia protestante.

Pablo explica que "la mente carnal es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede" (Romanos 8:7). Más adelante, en Romanos 13:10 nos dice que la ley de Dios es amor, es decir, centrarse en el otro. Aquí Pablo nos ha dado una gran visión de lo que está pasando en la naturaleza humana: nos oponemos fundamentalmente al amor, diametralmente en desacuerdo con estar en segundo lugar. Por naturaleza el yo es nuestro motivo supremo. Por eso, cuando uno mismo se ve amenazado, el impulso natural es el de sacrificar a otros para la preservación de uno mismo. Este es el secreto oscuro y diabólico que se esconde en cada uno de nuestros corazones.

Así pues, cuando los seres humanos, guiados por sus instintos carnales, crean una religión y se unen para practicar esa religión, que, naturalmente, tomará la forma de un sistema que exalta al ser humano en el lugar de Dios (el papado) y ofrece a la humanidad la salvación por medio de rituales y prácticas de autojustificación (la salvación por obras). Y eso es lo que el Papado es. Es la obra maestra oscura de nuestro mundo caído de autoexaltación y autojustificación, haciéndose pasar por la iglesia de Dios. Podemos ver, entonces, que los principios papales impregnan la naturaleza humana y son susceptibles de introducirse en cualquier iglesia, a no ser, que se identifique y se rechace mediante una doctrina bien definida de la justificación por la fe en concreto.

El mensaje del tercer ángel en verdad

Ahora empezamos a entender a lo que Ellen G. White quería llegar cuando dijo que "la justificación por la fe... es el mensaje del tercer ángel en verdad" (El evangelismo, p. 143). Muchos de nosotros leemos esta declaración y no la entendemos. Es un misterio para nosotros, ya que no se ajusta con nuestro marco teológico básico y enfoque evangelístico. El mensaje del tercer ángel (ver Apocalipsis 14:9-12), razonamos, es una advertencia contra el papado que trata de imponer la marca de la bestia. ¿Cómo se obtiene la justificación por la fe de eso? Incluso nos hemos habituado a evangelizar de forma trágica con la presentación de "la marca de la bestia", sin literalmente ninguna mención a la justificación por la fe, y entonces vivimos con la ilusión orgullosa de haber predicado el mensaje del tercer ángel. Pero seamos claros en esto: predicar la marca de la bestia sin comunicar la justificación por la fe como el núcleo del tema vital, de ninguna manera equivale a predicar el mensaje del tercer ángel. Simplemente identificar al papado como "la bestia" y la imposición del domingo como "la marca de la bestia" no es el mensaje del tercer ángel. De hecho, al hacerlo damos menos de lo debido a nuestros oyentes y les hacemos el daño espiritual de confirmarles en su inclinación natural a identificar el peligro fuera, en esa mala bestia, en lugar de en sus propios corazones. En lugar de sumergirse en la gracia salvadora de Dios y desconfiar de sí mismos, nuestra supuesta predicación del mensaje del tercer ángel se limita a dar a la gente una falsa confianza en uno mismo y los hace sospechar de otros.

Así pues, ¿en qué sentido la justificación por la fe constituye "el mensaje del tercer ángel en verdad"?

Vamos a desglosarlo en cinco sencillos puntos extraídos directamente de Apocalipsis 13 y 14:
  1. La bestia que sale del mar de Apocalipsis 13 es el sistema papal, eso es seguro, pero es el sistema papal, y no pierdas el punto, como la expresión corporativa, organizada por principio del egocentrismo que se encuentra bajo la superficie de la naturaleza humana caída en general. En otras palabras, el principio del egocentrismo es la religión de la naturaleza humana, y el catolicismo no es más que la manifestación histórica más grande y dominante del mundo de ese impulso religioso caído. De acuerdo con Daniel 7 y Apocalipsis 13, las características prominentes del sistema papal son estas: (a) un sistema de méritos de la justificación o salvación por obras humanas dadas a Dios a cambio de su favor y (b) el uso de tácticas de coerción en el nombre de Cristo. Dondequiera que estos dos factores estén presentes, existe el espíritu de las reglas del papado.
  2. La bestia que sube de la tierra, que entra en escena alrededor del final del reinado de terror del papado 1.260 años después, no es otro que la América protestante, con su único documento de gobierno, su Constitución, que promulga como ley dos verdades vitales del Evangelio: (a) que todos los seres humanos son creados iguales, desafiando así el derecho de los hombres, ya sean papas o reyes, para gobernar a sus semejantes, y (b) que todos los seres humanos son creados por naturaleza libres, garantizando así la libertad de conciencia como el único estado del ser en que puede adorarse verdaderamente a Dios.
  3. Apocalipsis 13, después, nos informa que el experimento estadounidense con la libertad finalmente se derrumba. La América protestante (la bestia que surge de la tierra) promulgará leyes para violar la libertad de conciencia (haciendo una imagen a la bestia que surge del mar) y, por lo tanto, convertirse en el motor político que facilita que aparezca en el mundo una crisis de conciencia y de carácter individual. Enfatizo: una crisis de conciencia y de carácter. Se presionará a los seres humanos (con el control de la compra y la venta y más tarde con un decreto de muerte), lo que llevará a cada persona en la tierra a representar la imagen de Dios y el espíritu que actúa en ellos. Durante esa crisis final, cada persona en la tierra se moverá en una de dos direcciones: (a) a sacrificarse por la preservación de la libertad para todos los demás, o (b) se alinean con la recién reconstituida máquina de coerción del papado en un esfuerzo por preservar la libertad a expensas de los demás. Los verdaderos contenidos de cada corazón saldrán bajo las presiones que entraña la crisis de la marca de la bestia.
  4. Las personas que son fieles a Dios y están en contra del sistema de la bestia son descritos muy concretamente como aquellos que salen vencedores "por la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte" (Apocalipsis 12: 11), y como "los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apocalipsis 14:12). Dicho de otra manera, la imagen de Dios se funda en el amor abnegado revelado en Cristo en el Calvario, produciendo en ellos una armonía voluntaria, y motivada en la fe, con la ley de Dios, conocida también como justificación por la fe. Por lo tanto, su teología sobre Dios y su experiencia con Dios los lleva a dar la vida si es necesario para preservar la libertad de conciencia para todos. Para ellos, el yo es secundario y puesto por debajo de los demás, porque tal es el amor que ellos han visto y recibido en Cristo.
  5. Entonces, a lo que quería llegar Ellen G. White cuando brillantemente afirmó que "la justificación por la fe es el mensaje del tercer ángel en verdad", es que la marca de la bestia vendrá sobre el mundo como una aplicación religiosa centrada en el yo, en las obras y en la violación de la libertad, basada en una imagen falsa del carácter de Dios; mientras que la teología y la experiencia de los que resisten la marca de la bestia les conducirá a ello precisamente porque saben que el favor de Dios no se puede ganar y que no puede forzarse el cumplimiento de su ley. En otras palabras, ellos entienden que la coerción destruye el amor, que la justificación por la fe está inseparablemente entrelazada con la libertad de conciencia.
Esto es por lo que Ellen G. White instó a que la justificación por la fe fuera predicada con potencia y claridad dentro del adventismo, así como a todo el mundo. Es el único mensaje que puede preparar a los seres humanos para la crisis de la marca de la bestia. Todo aquel cuya imagen de Dios esté basada en la coacción y cuya experiencia espiritual se oriente hacia la salvación por las obras, encontrará natural dirigirse por su instinto hacia la preservación del yo cuando se aplique la marca de la bestia.

Esta es la razón por la cual ella advirtió tan fuertemente en contra de cualquier ejercicio de la dominación por líderes de la iglesia. La inclinación de controlar a otros es el principio básico del sistema papal. Aquellos que operan por este principio están siguiendo las huellas de Roma y, por lo tanto, la preparación de sí mismos y aquellos que les siguen a abandonar a los otros para salvarse uno mismo cuando se aplique la marca de la bestia.

Así como innumerables alarmas protestantes están correctamente sonando para advertirnos, para estar atentos a lo que el Papa y el Papado están haciendo, me pareció apropiado emitir una advertencia a tener en cuenta usted y yo, a menos que intencionalmente busquemos, por la gracia de Dios, tratarnos con gracia y con respeto y no coercitivamente los unos a los otros, sobre todo cuando no estamos de acuerdo, y sobre todo cuando nos toca estar en posiciones de liderazgo e influencia. Guardémonos del romanismo externo así también como del interno.


Autor:
Ty Gibson

Fuente:
http://www.lightbearers.org/the-romanism-within/?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook

Traducción:
Equipo Tocad Trompeta





















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