LA TEOSOFÍA (PARTE 1)

La teosofía es una doctrina esotérica. El esoterismo es un término genérico usado para referirse al conjunto de conocimientos, enseñanzas, tradiciones, doctrinas, técnicas, prácticas o ritos de una corriente religiosa o filosófica, que son secretos, incomprensibles o de difícil acceso y que se transmiten únicamente a una minoría selecta denominada iniciados, por lo que no son conocidos por los profanos. En contraste, el conocimiento exotérico es fácilmente accesible para el público común y es transmitido libremente.

El movimiento teosófico moderno fue impulsado por Helena P. Blavatsky que junto con Henry Steel Olcott, William Quan Judge, y otros, fundó la Sociedad Teosófica en Nueva York en 1875. Constituye un movimiento de origen cristiano y esotérico, occidental, influido por el budismo y directamente relacionado con los movimientos espiritistas de finales del siglo XIX y las diversas sectas gnósticas y rosacruces. La influencia de la teosofía es claramente visible en buena parte de los movimientos englobados en la Nueva Era.

El cuerpo fundamental de la teosofía es la obra de H.P. Blavatsky titulada La doctrina secreta. Esta obra consta de un texto presuntamente revelado titulado Las estancias de Dzyan, y un comentario minucioso al mismo en el que la autora va aportando material comparativo de fuentes religiosas varias (bíblicas, mesopotámicas, orientales, etc). Sin embargo, en 1983 el tibetólogo David Reigle relacionó Las estancias de Dzyan con los secretos libros de Kiu-te, que en la actualidad han sido positivamente identificados.

El sello de la Sociedad Teosófica, que se puede observar aquí, viene representado con cinco símbolos destacados:

• Dos triángulos entrelazados (ver estrella de David).
• El Ankh (jeroglífico egipcio que simboliza inmortalidad).
• La esvástica (simboliza el sol).
• El Ouroboros (serpiente que se muerde la cola, representa al ciclo destrucción-nueva creación).
• Aum o palabra sagrada (véase Om, significa unidad con lo supremo).

Alrededor del sello se encuentra el lema: “No hay religión más elevada que la verdad.”

Según la Sociedad Teosófica Española, la teosofía se define como “sabiduría divina”. El nombre teosofía proviene del griego (Theos dios y sophia sabiduría). Este término, declaran, “ha sido utilizado desde el siglo III d.C, pero el sistema de enseñanzas al que se refiere lo encontramos, bajo otros nombres, tan atrás como retrocedemos en la historia que conocemos de la humanidad.” Analizando estas primeras declaraciones, vemos que lo que la teosofía procura es la “sabiduría divina” y que ha existido hace siglos bajo otros nombres.

La teosofía o “sabiduría divina no puede ser encerrada en palabras.” “La sabiduría divina, que es la Verdad, debe ser descubierta por la experiencia de cada uno, por sí mismo.” Por tanto, esa “sabiduría divina”, que para los teósofos es la verdad, en mayúsculas, no puede ser definida, sino que ha de ser descubierta mediante una experiencia individual. Por lo tanto, el hombre, por sí solo, puede llegar a esta experiencia, puede conocer la verdad por sí mismo. Parece ser que la verdad se encuentra en él. “El hombre, mediante la exploración de las profundidades de su propia naturaleza, puede llegar a experimentar la Verdad.” Estos conceptos son contrarios al cristianismo, el cual enseña que la verdad se encuentra en Dios, en la persona de su Hijo Jesucristo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí.” (Juan 14:6).

“La Teosofía también postula los principios de la existencia. La tradición teosófica afirma que toda la Vida es una, que la Ley gobierna el Universo y que un proceso de Evolución está trabajando en todas partes. En la esfera de la vida humana, estos principios son expresados como la fraternidad de toda la humanidad, el despliegue de posibilidades a través de la reencarnación bajo la ley del karma, y de la perfectibilidad humana y la auto-trascendencia.”

En la anterior declaración, observamos que la teosofía defiende unos principios de existencia, entre ellos un proceso de evolución, la reencarnación dependiente del karma, la perfección del hombre y la auto-trascendencia. Nuevamente observamos que el centro de la teosofía es el hombre, no Dios.

Observemos a continuación cómo define la teosofía a Dios. Explica que “el hombre, en su naturaleza esencial, es una parte o aspecto de esa Realidad que las grandes religiones del mundo siempre han reconocido bajo el nombre de Dios. Debido a esta identidad interna, el hombre puede conocer a la Divinidad directamente, sin intermediarios. Esto lo hace a través de un largo proceso de auto descubrimiento hasta que, en la realización de sí mismo, experimenta el hecho de su identidad con la Realidad. Después de ello, ya no puede haber para él duda o muerte, pecado o dolor. Este estado, descripto por los místicos como la "unión con Dios" es la meta conocida por diversos nombres como liberación, salvación, iluminación o nirvana.”

Por tanto, para la teosofía no existe un Dios como el de los cristianos, sino que es algo impersonal a lo que se llama realidad. A través de un especial desarrollo, el hombre se da cuenta de que él forma parte de esa realidad. Es decir, él es Dios. Cuando descubre eso, se da cuenta de que no hay pecado, ni muerte, y que ese descubrimiento es la “liberación, salvación, iluminación o nirvana”.

Para el estudioso de la Biblia, al leer esto será inevitable recordar las palabras de la serpiente en el huerto del Edén: “seréis como Dios” (Génesis 3:5).


Fuentes: Wikipedia
Sociedad Teosófica Española

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